El Obispo Andrew Cozzens y yo acabamos de regresar del retiro anual de una semana de duración de los obispos de Minnesota, Dakota del Norte y Dakota del Sur. Fuimos bendecidos de tener como maestro de retiro al Padre Scott Traynor, quien hizo un trabajo fenomenal al dar a un grupo diverso de obispos, porciones de alimento para la meditación y el crecimiento. El padre Traynor es un sacerdote de la Diócesis de Sioux Falls, South Dakota, pero nos enorgullecemos de que él haya crecido en nuestra arquidiócesis y todavía tenga un gran afecto por la Iglesia local que lo formó.
Yo estuve particularmente agradecido por recordarnos de que el Señor a menudo desea que le dejemos el trabajo pesado a Él. El Padre Traynor nos dio muchos recordatorios de que nada es imposible para Dios; que Él puede hacer lo inesperado, sobre todo cuando incluso nuestros mejores esfuerzos parecen estar quedándose cortos. Cuán importante es que siempre nos volvamos al Señor en la oración y confiemos en que Él puede sacar lo bueno de las situaciones más difíciles.
Ese fue el mensaje que necesitaba cuando volví a casa y encontré los pasillos de la cancillería llenos de cajas en preparación para nuestra mudanza de la colina de la catedral al lado Este de St. Paul. Mientras vengo renovado del retiro, no puedo dejar de notar que hay una cierta sobriedad en el aire. No se trata sólo de los retos logísticos de una mudanza de esta proporción, sino de las consecuencias sentidas de un compromiso colectivo para la justicia y la restitución. Con la esperanza de maximizar la compensación que la arquidiócesis puede ofrecer a los que han sido dañados por la Iglesia, hemos vendido la residencia donde vivo y nuestros tres edificios de oficinas (así como algunos bienes inmuebles que la arquidiócesis poseía en Northfield) y estaremos comenzando la siguiente fase de nuestra historia como inquilinos en el lado este de St. Paul. Hay un costo al hacer lo que es correcto.
La mudanza no sólo coincide con el segundo aniversario de nuestra declaración de quiebra, sino también con una decisión por parte del tribunal de bancarrota de poner dos planes en competencia ante nuestros acreedores para un voto. Aunque los problemas no están resueltos, mis hermanos obispos que han pasado por este proceso en otras diócesis, me dicen que estamos probablemente entrando en el último acto (aunque no sea la última escena) de esta tragedia.
Yo, oro para que sea verdad. En una reciente conversación informal con uno de los demandantes, ambos nos sentimos deseando ver el día en el cual la bancarrota este detrás de nosotros, cuando será más fácil tratarnos unos a otros como familia y no como adversarios y cuando podamos juntos trabajar para asegurarnos que hemos hecho todo lo posible para evitar que cualquier otra persona joven o adulto vulnerable sufra el flagelo del abuso en esta parte de la Viña del Señor.
Dado que, tristemente, hemos socavado nuestra posición de confianza a los ojos de tantos de los que han sufrido abusos, estoy agradecido de que será el tribunal el que será el garante de la honestidad y la justicia. El juez ha estado investigando nuestros gastos y manteniéndonos en línea, ya que hemos trabajado con el mediador que nombró para reunir todos nuestros activos disponibles. Si bien nuestros gastos legales han sido significativos, la revisión y aprobación del tribunal nos da la confianza de que estábamos haciendo una inversión razonable para una resolución justa. Me encantó que con la ayuda de nuestros abogados que trabajan con nuestros aseguradores recientemente hemos podido aumentar la reserva de activos que podríamos ofrecer de aproximadamente $65 millones a más de $155 millones. Una parte de este grupo estará obligado a pagar los costos de administración del caso (incluyendo honorarios profesionales para los comités de víctimas y parroquias, así como para la arquidiócesis).
Sin embargo, tenemos la esperanza de que la gran mayoría de los fondos se destinará directamente a un mandato en beneficio de las víctimas.
Les pido que se unan a mí en oración para que el Señor elimine pronto los obstáculos restantes para el logro de una solución justa. Ahora que se ha maximizado nuestro grupo de activos disponibles, se puede esperar que cualquier otra controversia legal resulte en la eliminación de los recursos disponibles, a la vez que se pospone la recuperación para aquellos que han estado esperando una compensación.