La virtud de la paciencia en Adviento

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NienstedtBlCuando yo era pastor de una parroquia suburbana a las afueras de Detroit, prediqué un domingo de Adviento de la virtud de la valentía ilustrada en la vida de San Juan Bautista. Animé a mis feligreses a no tener miedo de hablar de su fe ante los demás y a no tener miedo de defender las verdades de la fe Católica. Después de la Misa, una madre se acercó a mí para darme las gracias por la homilía, pero añadió, “¿Padre, la próxima semana podría usted predicar sobre la virtud de la paciencia? Esa es la virtud que ¡realmente necesito!”

¿Y no es eso cierto para todos nosotros? Cuando me encuentro esperando en una fila larga en la farmacia, me digo a mí mismo: “Tengo que ser paciente.” Cuando estoy tratando de completar un proyecto en plazo y alguien llama con una lista larga de quejas, me digo a mí mismo: “Tengo que ser paciente”. Cuando alguien no entiende lo que he dicho y tergiversa/confunde a los demás, me digo a mí mismo: “Tengo que ser paciente.”

Sí, en efecto, esa madre tenía razón: la paciencia es una virtud de Adviento, una virtud que se ejerce en la vigilia, la espera y maravilla que caracteriza no sólo el tiempo de Adviento, pero en realidad en la totalidad de nuestras vidas. Esperamos nueve meses para entrar en el mundo. Esperamos 16 años para conducir un coche. Esperamos 18 años para tener derecho a votar. Esperamos varios meses para que un compromiso termine y una vida matrimonial cristiana empiece. Muchas veces esperamos semanas, si no meses, al lado de un ser querido mientras él o ella se preparan para recibir al Señor. Por lo tanto, todo lo que tiene importancia real en la vida implica una cierta cantidad de espera y de mucha paciencia.

El Adviento, como sabemos, se centra en no uno, sino las tres venidas de Jesucristo. Llegó la primera noche de Navidad. Él viene a nosotros en la Palabra y el Sacramento de la Misa. Él vendrá otra vez al final de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos. Las lecturas bíblicas de la primera parte del Adviento nos desafían a considerar qué tan bien estamos psicológicamente y físicamente preparados para la venida del Señor en gloria. Entonces, a partir del 17 de diciembre, el enfoque cambia para destacar a las personas y eventos que tienen que ver con la primera venida de Cristo entre nosotros. Al recordar su primera venida, debemos estar más atentos y ansiosos a Su venida en Palabra y Sacramento, e incluso mejor preparados y esperanzados para su venida al final de los tiempos.

Y la actitud que debe acompañar nuestras reflexiones de la llegada triple es una de vigilia, espera y maravilla/asombro. Creo que esto se logra mejor en el silencio y la oración. El silencio permite que la oración suceda y la oración interioriza la vigilia, la espera y el asombro/la maravilla. Y en todo este proceso, trato de ser paciente, sabiendo que el Señor está cerca.

El primer sábado de Adviento, tuve el privilegio de celebrar Misa para los miembros del Consejo Arquidiocesano de Mujeres Católicas como parte de su día de retiro de Adviento. Más de 150 mujeres estaban presentes.

Ese mismo día, más de 100 mujeres pasaron el día en retiro en el Seminario de Saint Paul, y otras 100 mujeres estaban en retiro en la parroquia de St. Pius X en White Bear Lake. ¡Imagínese! Mientras que estas mujeres podrían estar ocupadas con muchas otras cosas con menos de 30 días antes de la Navidad, optaron por pasar ese tiempo con el Señor. ¡No hay nada mejor que anticipar/vigilar, esperar y maravillar el Adviento!

¡Que Dios los bendiga!

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